sábado, 17 de marzo de 2018

El Universo pierde un punto de apoyo


José Joaquín Rodríguez Lara

El mundo acaba de perder a un genio, a un sabio respetado y admirado tanto en los santuarios de la ciencia como en la calle.


Ha muerto Stephen Hawking, un científico extraordinario, un físico que no sólo investigó el Universo, un misterio que ha fascinado al ser humano desde su origen, y planteó teorías revolucionarias sobre su origen y su desarrollo, sino que fue capaz de divulgar el resultado de sus investigaciones y, lo más difícil para la mayoría de los científicos, hacerlas comprensibles para personas con un nivel de conocimientos astrofísicos muy inferiores a los del propio Hawking.


Desde su silla de ruedas, respirando por un tubo que le suministraba oxígeno, comunicándose a través de un ordenador, mediante un sintetizador electrónico de voz que hablaba por él con su característico tono de robot, encarcelado en el calabozo de su propio cuerpo por la esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad neurodegenerativa progresiva que lo dejó completamente paralizado cuando tenía 21 años, Hawking ha sido una de las mentes más libres, brillantes, innovadoras y constructivas que ha tenido a su servicio la Humanidad durante los últimos años.


Su legado y su popularidad sólo son comparables a las de otro genio, Alfred Einstein, cuya teoría general de la relatividad pretendía conciliar con los conocimientos derivados de la física cuántica.


El científico británico planteó teorías revolucionarias sobre los primeros instantes del Universo, con su famoso Big Bang, sobre los agujeros negros, a los que consideraba ‘sus alumnos’, sobre el tiempo, sobre la existencia o no de civilizaciones extraterrestres y sobre las consecuencias de llegar a tomar contacto con ellas y hasta sobre Dios y su ilusoria existencia.


"Fue un gran científico y un hombre extraordinario, cuyo trabajo y legado vivirá por muchos años", han dicho sus hijos Lucy, Robert y Tim en un comunicado.


Stephen Hawking nos ha dejado en la madrugada de este miércoles, a los 76 años, al agravarse su enfermedad. Ha muerto en su casa de Cambridge, de cuya Universidad fue profesor, ocupando el mismo cargo que, 300 años antes, había tenido Isaac Newton, uno de los padres de la física.


Con la muerte de Stephen Hawking, no sólo se pierde un sabio y un revolucionario; además, el Universo se queda sin un punto de apoyo para que podamos seguir intentando comprenderlo.

(Vigésimo séptimo artículo escrito para extremadura7dias.com,
publicado el 14 de marzo del año 2018.)



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