Manifiesto regionalista extremeño
José Joaquín Rodríguez Lara
Una vez más el extremeñismo ha sido el gran derrotado en las elecciones autonómicas extremeñas. El extremeñismo político. El que se presenta a las elecciones. No ha obtenido ni un solo escaño y ha conseguido poquísimos votos.
Es lógico. Se veía venir. Los votos no se ganan durante las campañas electorales. Se consiguen entre el final de una campaña electoral y el comienzo de la siguiente.
Extremadura es profundamente regionalista. Desde luego, mucho más extremeñista que españolista. Si no vota a los partidos regionalista es porque no los conoce, o no los entiende, o porque no se identifica con ellos. Este es uno de los problemas: el regionalismo extremeño ha sido siempre un batiburrillo. No es un partido. Son muchos. Tienen muchas más siglas, más líderes y más personalismos que ideologías.
Para que el extremeñismo político alcance cuotas de poder en Extremadura es necesario que el regionalismo se decante, que se depure, que sea una sola voz. No coyuntural y producto de un coalición electoral. Una sola voz liberada de escorias.
Y esa voz no debe brotar, como de la nada, simplemente porque hay elecciones. Es más, las elecciones no deberían ser el objetivo. Tan solo se trata de un paso más en una caminata de siglos. El objetivo debe ser la gente. El bienestar y el progreso de la gente.
El regionalismo político debe plantearse qué es lo que le interesa al conjunto de Extremadura. Afortunadamente, está muy claro. No es una lengua general y exclusiva, ni la independencia, ni tampoco el reconocimiento de las instituciones propias. Se trata del progreso socioeconómico de la región. Un progreso que se basa en la creación de riqueza. Que los jóvenes no tengan que emigrar para ganarse la vida.
Si para ello es necesario mantener una central nuclear como la de Almaraz, hay que luchar para mantenerla. Aunque hace 50 años, la lucha para cerrarla constituyera una herramienta poderosa para unir a la población extremeña. Y hay que mejorar la comunicaciones, por carretera, por ferrocarril, por avión... La construcción sin retrasos, de una autovía entre Badajoz y Cáceres debe ser un objetivo primordial. La creación del corredor ferroviario de alta o, al menos, moderada velocidad, entre Lisboa y Madrid pasando por Extremadura, es una necesidad urgente. La puesta en marcha de servicios ferroviarios de cercanía entre las principales localidades extremeñas, es algo irrenunciable. Contar con instituciones educativas que miren tanto a la tierra propia como al espacio exterior es primordial. Y si para conseguirlo hay que ceder en otras reivindicaciones o apoyar proyectos ajenos, habrá que hacerlo.
El extremeñismo político debe asumir su situación. No es nada. Parte de cero. No debe perderse en discrepancias ni en luchas ideológicas. El extremeñismo no es de izquierda ni de derechas; de Cáceres ni de Badajoz; ni es cristiano ni tampoco ateo o musulmán. La inclusión de Guadalupe en las diócesis extremeñas es una meta irrenunciable, porque facilitaría la cohesión regional, pero no es un objetivo marcado por la urgencia. A la lentitud se le debe ganar con la constancia.
El regionalismo debe estar por encima de las rivalidades. Es necesario soslayar cualquier obstáculo interno o externo que impida avanzar. Todo lo que sea bueno para el progreso de la población extremeña y que no hipoteque inevitablemente, o dañe de forma irreversible, el futuro de Extremadura, es válido para el extremeñismo si lo fortalece.
El regionalismo político no debe dilapidar sus todavía muy escasas fuerzas luchando contra los partidos y las organizaciones políticas no regionalistas que cuenten con el apoyo de la población extremeña. En primer lugar porque esa población tiene derecho a apoyar a quien considere más oportuno. En segundo término, porque si apoya a fuerzas que no son extremeñistas se debe a que las que sí lo son no saben convencerla de que le irá mejor si apoya al regionalismo. Y en tercer lugar, porque el extremeñismo no es independentista, es español y le interesa que a España le vaya bien para que también le vaya bien a Extremadura. Lo que no puede consentir el extremeñismo político ni quienes se sientan extremeñistas es que el bienestar y el avance de España se base en maltratar y perjudicar a Extremadura. Esa debe ser la línea roja. Quien la cruce debe saber que le haremos frente con todas nuestras armas.
Solo así, algún día, Extremadura tendrá voz y voto en España. Y hasta me atrevo a decir que en Europa.
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