miércoles, 24 de junio de 2009

La Pesquera, que buen sitio

José Joaquín Rodríguez Lara


HOY las ciencias adelantan que es una barbaridad, aseguraba Don Hilarión, pero los museos van mucho más despacio. Incluso los museos de la ciencia, que suelen tener el alma dividida entre la pasión por el pasado y la nostalgia del futuro.

Un grupo de enamorados del progreso se ha empeñado en poner en marcha, en Badajoz, un museo de la ciencia y la tecnología. Son personas normales. Nada tienen que ver con la imagen del científico 'loco' rodeado de humos azules, como si fuera una estrella del rock, pero están convencidas de que Extremadura, donde hay museos arqueológicos, de arte, etnológicos, de la alfarería, del pimentón, de la moto, del turrón, taurinos, del carnaval..., progresaría si, además, la ciencia tuviese su museo. Parece que no hay ninguno en el cuadrante sur occidental de la península -si es preciso, mire al televisor y oriéntese imaginando el mapa del tiempo, que también es ciencia- y Badajoz, como ciudad extremeña más poblada, tiene opciones de acogerlo.

No es la primera vez que en Extremadura se intenta ponerle casa al saber científico, cuyo ajuar está desperdigado por rincones, almacenes y pasillos y él mismo pasa más tiempo en la calle que en los laboratorios. Hay ciencia en casi todos los ámbitos sociales, por no decir en todos, lo que ocurre es que la mayoría de las personas no reparan en que la vida, en sí misma, es un inmenso laboratorio.

Los promotores de esta iniciativa pretenden corregir justamente ese desentendimiento. Quieren que, además de vivir entre la física, la química, las matemáticas, la electrónica, la genética, la agronomía, la información y tantas otras disciplinas con las que habitualmente nos desenvolvemos casi sin percibirlo, Extremadura tenga en Badajoz un museo que actúe como catalizador y divulgador del pensamiento científico.

La Real Sociedad (pacense) de Amigos del País y la asociación cultural, científica y tecnológica para la 'Fundación Benito Mahedero', vinculada a la Escuela de Ingenierías Industriales, están detrás del proyecto. En la otra esquina del ring: las instituciones políticas que, por ahora, no le han dado a la iniciativa la importancia que merece. Ni la Junta de Extremadura, que sueña con el AVE para llevarnos al futuro, ni el Ayuntamiento de Badajoz, que administra los autobuses del presente, parecen estar por la labor. Quedan ¿las cajas?, ¿las empresas? y la Confederación Hidrográfica del Guadiana, esa tía solterona que, por no tener hijos, a veces se gasta unas perras en los sobrinos.

En la confluencia del Guadiana, del Gévora y del Rivillas, entrando en Badajoz por la carretera de Cáceres, están los restos de la 'fábrica de la luz' y de un molino hidráulico. La Pesquera le llaman. Qué buen sitio para el Museo Extremeño de la Ciencia.

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