miércoles, 21 de octubre de 2009


El peligro de ser buena persona

José Joaquín Rodríguez Lara


ALGUNOS alcaldes tienen una inclinación enfermiza a cargar sobre sus espaldas responsabilidades que no les corresponden. En esta ciclópea tarea les ayuda mucho el hecho de manejar dinero que tampoco es suyo. Parece como si la obligación de gobernar un municipio, de administrarlo, de gestionar su funcionamiento asegurándose de que no falte el agua, ni el suministro eléctrico, que se recoja la basura, que se respeten las normas urbanísticas, que los mercados estén abastecidos, que no haya problemas medioambientales ni de seguridad ni de tráfico ni tampoco de cementerios fuese poca cosa para sus muchas capacidades y necesitasen embarcarse en negocios de más hondo calado para sentirse 'realizados'.

Financiar el deporte profesional, especialmente el fútbol, suele ser una de sus debilidades y lanzarse a la creación de empresas, otra. No es que sean manirrotos, aunque lo parecen, es que disparar con pólvora ajena siempre resultó tan barato que ni las prohibiciones legales consiguen atemperar el ímpetu salvador de esos ediles.

Aquí hubo alcaldes condenados por firmar peonadas falsas a sus vecinos. Lo hicieron con la mejor voluntad, para ayudar a sus paisanos en una situación de grave crisis laboral. Pero mintieron, engañaron, se rieron de la ley. Rodearon el problema en vez de hacerle frente. Se comportaron como bandoleros en lugar de como regidores y piezas destacadas del Estado de Derecho.

Tampoco faltaron soñadores engatusados por cantos de oceánicas sirenas a los que le dieron el timo de la camiseta cuando creían que estaban haciendo grandes negocios. Lo hacían por el bien de todos y todos perdimos con su fracaso. Ellos más que ninguno. Fueron alcaldes que tenían detrás de sí un amplio apoyo popular, algo que sin embargo no les hacía mejores empresarios; en todo caso, algo peores, por ser más soberbios. Jugaron a ser emprendedores para favorecer a algunos de sus vecinos, a costa de todos los demás, pues de poco vale -aunque se haga con la mejor de las voluntades- generar empleo si hay que vender el coche para pagar la gasolina.

La buena voluntad no es una virtud, es un peligro. No hay peor cosa que ser fundamentalmente una buena persona cuando lo que se necesita es saber. Si oye decir es que el médico que va a operarle es buena persona, y no un buen cirujano, salga huyendo con anestesia y todo, pues su vida corre peligro. ¿Entonces por qué Vara, que es médico, defiende al alcalde de Alburquerque? Porque Vara es médico, pero médico forense. Y Ángel Vadillo es un alcalde del PSOE sobre el que sólo hay diversas evidencias de mala gestión empresarial. Poca cosa para la que está cayendo.


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