domingo, 30 de diciembre de 2012


Estudiar para trabajar

José Joaquín Rodríguez Lara


La necesidad de estudiar para hacer frente al paro y a la crisis ha sido la piedra angular en el segundo mensaje de fin de año pronunciado por José Antonio Monago como presidente del Gobierno de Extremadura. Ha hecho un discurso llano, directo, muy propio de una persona con orígenes familiares y personales nada rimbombantes.

Llama la atención el escenario elegido para la puesta en escena del mensaje presidencial: no fue un despacho ni tampoco un estudio de televisión. Desde un instituto de Enseñanza Secundaria, el ‘Saénz de Buruaga', de Mérida, en un aula vacía y engalanada con banderas y algunos detalles navideños, incluida una versión 'pascual' del himno de Extremadura, frente a un abanico de pupitres verdes y de espaldas a un encerado -en el que, como enunciado del problema económico que aqueja a la comunidad autónoma y propuesta de solución, se había trazado alguna fórmula-, así se ha dirigido a los extremeños un José Antonio Monago al que, para menospreciar su currículum, no falta quien le recuerde que fue bombero. Lo fue y parece que destacado. Ahora preside la Junta de Extremadura.

Con bastante menos frecuencia se menciona que, además de bombero, José Antonio Monago terminó la carrera de profesor de EGB, en Extremadura; estudió criminología, por Cádiz; se licenció en derecho en Cáceres; realizó dos años de prácticas jurídicas en el Colegio de Abogados de Badajoz y se doctoró en la Universidad de Salamanca. Eso dice de Monago la Wikipedia y es muy probable que hasta sea verdad. Por lo tanto, cuando Monago hace hincapié en los beneficios que aporta la formación lo hace desde la experiencia y con conocimiento de causa.

La educación puede resultar muy pesada, pero nunca es un peso muerto. Si se permite la comparación, es como saber montar en bicicleta o saber nadar. A nadie le estorba y, en multitud de ocasiones, resulta imprescindible para salir adelante. En su discurso, al cruzar las cifras del desempleo con el nivel de estudios de los parados extremeños, Monago ha puesto de manifiesto que estudiar es ahora, si cabe, más necesario que lo fue nunca. Tiene razón.

El problema está en que además de ser muy necesario mejorar la formación de los extremeños -tanto de los parados como de los que afortunadamente todavía tienen empleo-, también es una necesidad acuciante. En tiempos de bonanza se podía, y se puede, estudiar por el placer de saber; formarse con vistas al futuro. En una situación de crisis tan brutal como la que sufre Extremadura, no basta con estudiar para saber, hay que formarse para trabajar. Y no pensando en el día de mañana, sino pensando que mañana es el día.

Mucho antes de que estallase la crisis económica ya había licenciados y doctores desempeñando empleos muy por debajo de su cualificación académica. Es un tópico mencionar los casos de barrenderos y camareros con título universitario. Habían estudiado, sabían, pero la sociedad no les ofrecía un empleo para ejercer lo que les había enseñado. Hace dos o tres años, personas que tenían estudios ocultaban sus conocimientos a las hora de solicitar trabajo, escarmentadas de que saber les restase posibilidades de empleo frente a candidatos con una preparación inferior. Ahora pasa lo mismo o incluso es peor: de nada sirve el currículum vítae.

Cada día está más claro que lo que se necesita no es saber, sino saber de lo que se necesita. El saber sigue sin ocupa lugar y, sobre todo, mejora mucho las estadísticas oficiales, pero por sí mismo no facilita el acceso al empleo tanto como debiera y ni siquiera la millonésima parte de lo que urge. Así que estudiar es bueno porque remedia una carencia o una insuficiencia, pero lo verdaderamente útil es formarse para acceder a cualquier oferta de empleo que pueda presentarse, aunque sea inusual.

En cada academia, en los institutos, en cualquier escuela de formación profesional y en todos los centros universitarios debería funcionar, con eficacia, un servicio que informase al alumnado, en tiempo real, sobre los caminos por los que se barrunta la posibilidad de encontrar trabajo. Hay muchas personas que están dispuestas a mejorar su formación y hasta a reciclarse profesionalmente para acceder a un empleo. El problema es que no saben qué estudiar ni nadie se lo dice. Pasó lo mismo con el cooperativismo hace años, cuando todo el mundo hablaba de las ventajas de que los productores se integrasen en cooperativas, obviando la segunda parte de la solución al problema: el cooperativismo de producción es importante, pero el de venta y distribución lo es muchísimo más.



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