miércoles, 23 de enero de 2013


La autora y su obra

José Joaquín Rodríguez Lara


"Madame Bovary soy yo", afirmó con satisfacción el escritor Gustave Flaubert (Francia, 1821/1880), creador del conocido personaje literario. La fama de la novela 'Madame Bovary', obra maestra de la literatura universal, precede incluso a la de su autor; el nombre de madame Bovary suena más que el de Gustave Flaubert.

Amy Martin, un personaje, una articulista sin rostro pero
con mucha cara y con dos huevos, uno dentro del otro. 
La incomprendida y, sin embargo, muy bien pagada escritora Amy Martin no ha tenido tanta suerte como la señora Bovary. Ella, que también es un personaje, se ha matado a escribir artículos sobre cine nigeriano, sobre los modos de medir la felicidad, sobre las agencias de rating, sobre la central nuclear de Fukushima, sobre la crisis de la Eurozona... y sin embargo Carlos Mulas Granados, que dirigía la Fundación Ideas, del PSOE, presunto inventor de la cotizada articulista -dicho sea en el sentido tradicional de la palabra presunto-, no solo no ha tenido la gallardía de Flaubert reconociendo que Amy Martin es él, o al menos una parte de él, sino que lo ha negado todo, todo y todo, como un crío malcriado.

Gustave Flaubert.
Madame Bovary.
Al ex ministro Jesús Caldera, vicepresidente de la Fundación, se le puede engañar todo el tiempo, y a Alfredo Pérez Rubalcaba, presidente de Ideas, algún tiempo, pero no se puede engañar a todo El Mundo todo el tiempo. Lo dijo Abraham Lincoln y el periódico de Pedro Jota Ramírez lo ha certificado poniendo al descubierto en sus páginas que Carlos Mulas, director de la Fundación Ideas, no es ajeno a los artículos a Amy Martin, un zombi recaudador, y los publicaba en la página web de la fundación socialista que, como otras fundaciones de partidos políticos, recibe dinero público, procedente de los Presupuestos Generales del Estado. ¿Tiene constancia Hacienda de lo que cobraba la inexistente Amy? Como director de la Fundación Ideas, parece que Carlos Mulas no ha sido gran cosa, pero como agente literario no tiene precio. ¿O sí? Bueno, a fin de cuentas, lo mismo da; fuera blanco el dinero o fuese dinero de negro (¿de negro o de negra?; ¡qué lío!), lo cierto es que era dinero 'B', de ficción de serie 'B'.

Carlos Mulas Granados.
El escándalo político y periodístico y literario de Mulas & Martin es otra pestilente aportación al lodazal patrio. Una más y no será la última. Pero es buena señal que, a pesar de la contumacia, no terminemos de acostumbrarnos al hedor. Nuestro país da cada día más asco. La nueva escandalera quizá no baste para organizar una comisión parlamentaria de investigación, pero bien llevada es más que suficiente para un rato de sufrido cachondeo y hasta para una comedia de arte y ensayo sobre la incidencia del desdoblamiento de la personalidad en la hipertrofia de los emolumentos, en el contexto de un mundo cada día más privatizado e insolidario en el que las ideas constituyen el último bastión contra la desesperanza ajena y el bienestar de los amigos de lo ajeno hunde sus raíces en la política. Son 3.000 euros por nada; precio de Amygo. Aunque, lo mejor sería que la fabulada Amy Martin se despidiese de su público y, por consiguiente, de la parte contratante, escribiendo un ensayo sobre cómo se las ingenió ella sola, 'la bién pagá', alguien que ni siquiera existe, para ponerle nombre y cara a Carlos Mulas Granados, que se ha pasado la vida fotografiándose con famosos y era una persona casi desconocida hasta que ella misma, la articulista invisible e infotografiable, lo descubrió. Y se casaron. Dicen Carlos, Amy e Irene Zoe Alameda, otra revelación, esposa de Carlos y progenitora de la articulista que Amy no es él, sino que es ella. Esto sí que es un revoltijo de identidades y no el misterio de la Santísima Trinidad.

Irene Zoe Alameda dice ser la reputada articulista Amy Martin, aunque dé cierto aire a la rubia de 'Ella baila sola'.


Jesús Caldera.
Uno ya no sabe bien si 'Cuando Amy descubrió a Carlos' es una película de enredo o solo ha sido el tráiler de una comedia de terror, pero lo mismo da que da lo mismo, lo cierto es que estamos flotando a la deriva en un país de cine. La historia de nuestro largometraje no tiene ni pies ni cabeza, los diálogos son flojos o inexistentes, la música es insufrible y machacona, pero la trama es tan enrevesada y avanza a tal velocidad que si pestañeas te pierdes tres chorizadas o más.

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