martes, 15 de julio de 2014

La corrupción, esa forastera


José Joaquín Rodríguez Lara


La corrupción no huele ni escandaliza ni molesta cuando está cerca. La corrupción tiene su propia profundidad de campo, como los objetivos de las cámaras fotográficas. Sólo indigna cuando está suficientemente separada, aunque no excesivamente lejos.


Se llama profundidad de campo al espacio situado entre el primer objeto que se ve perfectamente enfocado, cuando se mira a través del objetivo de una cámara, y el último que se percibe con la misma nitidez. Todo lo que está fuera de esas marcas de enfoque aparece borroso, difuminado o, simplemente no se ve. Si está demasiado cerca, no se ve con claridad porque es corrupción de cosecha propia, y si se encuentra lejos, porque no interesa, ya que tampoco se le puede lanzar a la cara al vecino.


(Imagen publicada por www.periodistadigital.com)

Esta debe de ser una de las razones por las que los corruptos no huelen su propia inmundicia, aunque estén sentados sobre ella. Ni la huelen ni les escandaliza ni les molesta.


Y lo mismo les pasa a quienes vivaquean de lo que se les cae del bolsillo a los corruptos. Están demasiado cerca de la corrupción para que su hedor les atufe. Quienes comparten los intereses, las estrategias y los anhelos del corrupto se encuentran en idéntica situación: ni ven ni huelen ni oyen ni saborean ni palpan, aunque se pasen la vida amasando pelotillas de excrementos. Se encuentran demasiado próximos a la corrupción para que les produzca asco.


Sin duda es esta una de las sinrazones por las que las madres defienden a sus hijos contra toda evidencia, aunque tengan billetes para asar una vaca, y los vecinos siguen votando a sus alcaldes, aunque estén condenados por sentencia firme, y las regiones apoyan a sus presidentes, aunque sean carne de juzgado, y los partidos a sus cargos y encargados, aunque se carguen el sistema democrático.


Mientras que no haya leyes eficaces, ni juzgados suficientes, ni bastantes ciudadanos dispuestos a limpiar su casa, la corrupción siempre será ajena.


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