jueves, 7 de agosto de 2014

El aleteo de una moto en Badajoz causa ruido en Madrid


José Joaquín Rodríguez Lara


Si usted quiere aprender a convertir un vulgar incidente de tráfico en un problema con galones parlamentarios asómese a la actualidad extremeña. Una motocicleta mal aparcada en la vía pública, un teniente de alcalde de Badajoz, donde hace decenios que gobierna el PP con mayoría absoluta, un agente del Cuerpo Nacional de Policía y el Partido Socialista al acecho de la que cae protagonizan una de esas historias en las que la ficción se convierte en pasmosa realidad.


Todo comenzó, al parecer, cuando el teniente de alcalde Alberto Astorga, entre cuyas responsabilidades corporativas está la Policía Municipal pacense, se desplazó a un acto, como representante del Ayuntamiento, en su motocicleta particular y, por las prisas, la dejó mal aparcada en un lugar reservado para la Policía Nacional. Un agente del Cuerpo Nacional de Policía multó al concejal por estacionamiento indebido; el teniente de alcalde y el agente se dijeron un par de cosas; el agente detectó indicios de ebriedad en el concejal, pero aunque la Policía Local hizo acto de presencia en el lugar de los hechos, no se realizó el test de alcoholemia. El teniente de alcalde niega que estuviese ebrio y acusa al agente de no reflejar con veracidad lo ocurrido. El PSOE entra en la disputa y no sólo reclama que el teniente de alcalde dimita o que el alcalde lo destituya, sino que lleva el asunto al Congreso de los diputados y exige que el director general de la Policía comparezca en la cámara baja legislativa y dé explicaciones sobre lo ocurrido.


Alberto Astorga, teniente de alcalde de Badajoz.
 (Fotografía publicada por lacronicadebadajoz.com)

Y todo este lío ¿simplemente por una moto mal aparcada, por semejante tontería? No, por semejante tontería no; por un incidente muy mal gestionado desde el principio o, si usted así lo prefiere, por el conocido efecto mariposa: el simple aparcamiento indebido de una motocicleta en una plaza de Badajoz puede generar una ola que llegue hasta el Congreso de los diputados en Madrid.


Es grotesco que el PSOE exija el cese de un teniente de alcalde del PP por un incidente de tráfico de tan poca monta y al mismo tiempo ampare a un alcalde socialista, el de Alburquerque, condenado en sentencia firme; por no mencionar a los ERE que ERE y que ERE.


Es grotesco, pero no es un error. El PSOE se aprovecha de que le han servido el incidente en bandeja de plata. Quien se equivoca en este caso es el PP y, más concretamente, el señor Astorga, que como teniente de alcalde con mando sobre la Policía Local de Badajoz no debería hacer lo que hacen muchos ciudadanos: aparcar donde no debe. En primer lugar porque, como ciudadano, debe cumplir la ley. Y, en segundo término, porque como responsable de la normativa sobre tráfico está obligado a aplicársela a sí mismo.


Pero este es el menor de sus errores. Lo que nunca debió permitir Alberto Astorga es que una metedura de moto que se solventa con el pago de una sanción le estallase entre las manos y pueda llegar al Congreso de los diputados. ¿Nadie le asesora sobre la forma de cuidar su imagen como político? El teniente de alcalde Astorga debería haber reconocido su error, aunque esté convencido de que no se ha equivocado, haber dado las gracias por la sanción, aunque la considere injusta, haberse disculpado, aunque no crea que haya sido para tanto, y haber quedado como un ciudadano al que las prisas le llevaron a infringir la normativa, pero no está ni quiere dar la impresión de que esté por encima de la ley.


Si Astorga se hubiese multado a sí mismo por aparcar mal, o le hubiese pedido a la Policía, a cualquiera de las dos, que le multase hoy sería noticia por su reacción inaudita y ejemplar ante una falta menor que se comente continuamente en las calles, y no por ser el malo malísimo de la película, salvo que un juez diga lo contrario.


Ya sé que para eso hay que tener nervios de acero, o alguien a tu lado que los tenga por ti. Y sé también que es difícil no saltar cuando uno se siente injustamente tratado por la Policía. Todos lo sabemos. Somos simples ciudadanos, no policías y, mucho menos, su jefe.


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