miércoles, 15 de octubre de 2014

Juguetes de Mas, Mas de juguete


José Joaquín Rodríguez Lara


Sospecho que don Artur Mas, presidente del Gobierno catalán, no quiere la independencia. Si de verdad quisiera una Cataluña independiente no jugaría a la independencia de Cataluña y, por supuesto, tampoco metería en su disparatado y desesperado juego independentista a millones de catalanes.


Estoy convencido de que el señor Mas, don Artur, no desea una Cataluña políticamente independizada, sino que su propósito es conseguir una Cataluña económicamente más independiente. Más dinero, vaya. A don Artur Mas se le acusa injustamente de afanarse en apurar las ubres del Estado cuando su intención es muy distinta. Simplemente aspira a quedarse con la teta de Hacienda y pagarle al Estado por los servicios prestados, convirtiendo a Cataluña en una nación franquiciada. Vivir adosados, pero cada uno sobre sus propias miserias.


Para jugar con tranquilidad la partida de la independencia, el señor Mas adelantó las elecciones y le pidió a los catalanes que le dieran más poder. Los catalanes escucharon su plegaria y le dieron a Oriol Junqueras, líder de Izquierda Republicana de Cataluña, que para poder jugar a la independencia en catalán es lo más de lo más.


Oriol Junqueras y Artur Mas.
 (Imagen publicada por www.ara.cat)

Bajo las exigencias de semejante compañero de juegos, don Artur Mas pergeñó un referéndum ilegal que se le ha desecho entre las manos, así que para calmar el berrinche de su amigo don Oriol Junqueras anuncia ahora un referéndum de juguete, pero advierte que esta nueva consulta de la señorita Pepis -y que la señorita Pepis me dispense- no será la definitiva, pues la definitiva consistirá en unas elecciones también de juguete -de la señorita Pepis, naturalmente- de las que no saldrán un parlamento y un gobierno, sino el Quimicefa, un juego de química con rayos y centellas capaces de reducir a cenizas la Constitución Española.


¿Que eso es imposible? Para quien apuesta todo su capital contra su futuro y contra el de su gente y, además, acepta pulpo como animal de compañía, nada será jamás imposible aunque le demuestren lo contrario. Téngalo en cuenta, don Mariano, que usted es gallego y de pulpos debe saber un rato largo.



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