martes, 21 de octubre de 2014


Susana San Juan en Badajoz


José Joaquín Rodríguez Lara


No hay término medio: la dificultad o seduce o disuade. Y en ninguno de los dos casos asegura el éxito ni, por supuesto, el fracaso. Al grupo extremeño Atutiplan Teatro parece que le seduce.


Acaba de demostrarlo en el 37 Festival de Teatro de Badajoz con la representación de la obra 'Susana San Juan', una versión libre de la novela de Juan Rulfo 'Pedro Páramo'.


'Susana San Juan', segundo montaje en un festival que había comenzado el día anterior con la representación de 'Solo x esta noche', a cargo de la compañía extremeña Taptc Teatro, tiene su origen en una obra difícil. Difícil de adaptar, aunque sea en una versión libre, que firma el extremeño Fulgen Valares, difícil de comprimir y meter en un escenario y difícil de llevar hasta las butacas.


Juan Rulfo (Acapulco, 1917 - Ciudad de México, 1986) es uno de los novelistas míticos de las letras hispanas. Alcanzó las cimas del prestigio con muy pocas obras entre las que destacan dos títulos: 'El llano en llamas', 1950, y 'Pedro Páramo', 1955. Tras la publicación de 'Pedro Páramo', el autor mexicano dejó de escribir y su silencio no hizo sino acrecentar su fama. En 1983, Rulfo fue galardonado con el 'Premio Príncipe de Asturias'.


Algo tendrán estas dos obras de Rulfo cuando las bendicen tanto la crítica como los lectores y, sobre todo y por encima de cualquier otra circunstancia, cuando las elogian muchos escritores. De ahí proviene la primera dificultad existente en el montaje representado en el teatro López de Ayala de Badajoz: es muy difícil hacer una versión sobre una obra maestra y estar a su altura.


Los cuatro intérpretes principales de
 'Susana San Juan' sobre el escenario.
 (Imagen bajada de la página de Facebook
 Susana San Juan Personaje de Ficción)

Y, si además, la empresa consiste en llevar al teatro una obra narrativa, la dificultad se acrecienta. En los diálogos de 'Susana San Juan' hay párrafos muy largos que ralentizan enormemente el ritmo de la representación. El hecho de que los intérpretes principales encarnen a varios personajes y que lo hagan con el mismo vestuario y como un inciso en la misma escena, tampoco facilita el seguimiento de la trama. Aunque más de una compañía la haya subido a las tablas, la historia de 'Pedro Páramo' se concibió como texto para ser leído, con un ritmo narrativo, y 'Susana San Juan', adaptación, más que versión libre, de la obra de Rulfo, es un texto para ser representado. El teatro no le permite al espectador releer o volver a escuchar una frase literaria, no coloquial, que no se entendió o no se escuchó bien por el motivo que fuere, ni tampoco consultar el exacto significado de una palabra desconocida. La obra de Rulfo le exige al lector un tiempo y un sosiego que el espectador de teatro no tiene.


¿Pero puede un autor de teatro resistirse a la tentación de pasar por el tamiz de la dramaturgia una narración llena de personajes increíbles, de pasiones y desesperanzas y miedos y agobios dignos de cualquier gran obra dramática? Poder, puede, pero es difícil que lo intente.


Tan difícil como conseguir que el público, en general, vibre durante la representación con lo que está viendo. Y no porque las cuatro personas -Miguel Ángel Latorre, Jésica Mosca, María Molina y Rubén Lanchazo- que encarnan a la mayoría de los personajes, en ocasiones sin cambiar ni siquiera la expresión de su cara, lo hagan mal o no se esfuercen lo suficiente. Tampoco porque no estén acompañadas por un amplio reparto, otros once intérpretes que tienen una actuación casi coral. Todos se dejan la piel sobre el escenario, incluido el autor, y ese es su mérito, pero el público, que acaba de ver una tragedia, no parece salir de ella conmovido. Y la historia del teatro nunca se ha cimentado sobre la indiferencia.


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