miércoles, 9 de diciembre de 2015


El gallito y el puerco

José Joaquín Rodríguez Lara


- ¡Qué poco te queda señor Marrano!
- Me queda bastante más que a usted, don Presumido.
- ¿De veras? Yo ya te veo el lomo bien cubierto de tierra...
- Y yo a vuecencia le imagino sin plumas ni kirikikí.
- Claro, porque no me ves. Como sólo miras para el suelo...
- No miro al suelo, medito.
- ¿Meditas? ¡No me digas!
- Le digo a usted, don pollito Presumido, que yo seguiré en boca de todos al menos un año, aunque sea colgado de los maderos del doblao, y de su pechuga se habrán olvidado todas las bocas antes incluso que de los Reyes Magos.


Se celebró la Nochebuena, hubo comida de Navidad, pasaron las fiestas y se confirmó que, llegado el momento, poco importa el porte, el brillo de la voz o el fulgor de la librea, pues el tiempo es un juez inexorable que pone a cada cual en su sitio.


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