miércoles, 6 de diciembre de 2017

La C

José Joaquín Rodríguez Lara


La C es la letra menguante del abecedario. No es una O mordida, es una luna en cuarto curso de retirada.

La C es una letra misteriosa. No tanto como la X, desde luego, que es la gran incógnita de la escritura en castellano, la única letra del abecedario que se niega a aparecer en su propio nombre: equis. ¿Dónde está la X en la equis? Es un misterio. La A, la Be, la Jota, la Te... Todas ellas, y todas sus otras compañeras, salen en sus respectivos nombres, pero la X, no. A la equis le gusta jugar a los espías.

Seguramente crea usted que la Y, tal vez por ser vecina de la X y querer emularla, tampoco sale en su nombre. Pero sí aparece. El nombre de la Y es y griega y lo lógico es que la Y de la y griega se escriba con Y y no con i latina.

Otra cosa muy distinta es el porqué escribimos griega con i latina en vez de con y griega. Tal vez el origen de esta contradicción esté en un lapsus cálami. No lo sé.

Pero la C es punto y aparte. Es la medalla de bronce del a -b - c dario y debe de faltarle el trozo que, al morderla en el podio para comprobar si verdaderamente es de bronce, se tragan los atletas que la reciben.

La C no es una letra de carácter. Y fíjese usted en que carácter se escribe con dos ces. Al contrario, la C muestra una personalidad voluble. Tiene varias caras la C.

Depende de con quién se junte, así se comporta. Cuando se arrima a la A, a la O o a la U, la C muestra su lado alternativo y suena como K. Caña, coña, cuña.

Pero si se acerca a la E o a la I, la C se comporta con unos modales de letra modosa y bien criada. Ahí tiene usted la cecina.

Y no queda aquí la cosa. A veces la C sale de marcha con la H y ambas forman la pareja más estrafalaria del abecedario, porque la C es una letra políglota, que lo mismo suena a K que a C, y la H es una letra muda, que no suena a nada.

Hay quien considera que esta pareja no es el dúo más extraño de la escritura en castellano, porque sólo es una letra, la letra CH. A mí, en cambio, me parecen un par de letras que disfrutan con su papel de payasetes y cuando actúan hacen cha, che, chi, cho, chu. Hay bebés que se ríen con estas cosas.

Yo creo que, en estas actividades circenses, es la C la que malmete a la pobre H, aprovechándose de que carece de voz, salvo que se la aspire, y no puede protestar, pero, definitivamente, la C me parece la letra más lunática del abchario.


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