lunes, 29 de enero de 2018

Ayudas para volver a Extremadura que animan a irse


José Joaquín Rodríguez Lara


Regresar a Extremadura tiene premio. Entre 1.500 y 2.900 euros.


Los concede la Junta a las personas que, después de haber estado al menos cuatro años fuera de la región, se hayan empadronado hace menos de doce meses en Extremadura.


Con la concesión de estas ayudas, la Junta pretende estimular el regreso de quienes tuvieron que emigrar para buscar trabajo, para estudiar o por cualquier otro motivo.


No es mucho dinero. Al contrario, es muy poco.


Para echarse la casa a cuestas, y desandar el camino, se necesitan bastantes más euros.


Con 2.900 tal vez se pueda comenzar una nueva vida en el Tercer Mundo. Y no en todas partes.


Desde luego, en Extremadura no es posible.


Eso sí, quienes iban a regresar de todos modos, y lo han hecho, se encuentran con una gratificación de bienvenida.


Pero la posibilidad de recibir, en el mejor de los casos, 2.900 euros no parece que estimule demasiado el retorno de las personas que emigraron y que, por ahora, no tienen previsto volver.


De hecho, el año pasado sólo se concedieron 66 ayudas, 66 premios. 


Y no para volver a Extremadura, sino por haber vuelto.


Poco, muy poco para una región de la que cada año se marchan miles de personas que, en su gran mayoría, son jóvenes y preparadas.


Con la emigración no se acabará a base de ayudas ridículas e ineficaces, tanto por la cuantía de cada una de ellas, como por su volumen global –60.000 euros- así como por la forma de concederlas.


Lo único que puede incentivar el regreso de los emigrantes es el empleo. Un trabajo, un sueldo digno y tener perspectivas de futuro.


Cualquier medida que no fomente directamente el empleo es tirar nuestro dinero.

Porque las ayudas salen del dinero público, de nuestro dinero.


Más que conseguir el retorno de los emigrantes, los premios por su regreso parecen haber sido diseñados para predisponer a la emigración a quienes todavía no se han ido.


Por un lado, son una muestra clara de lo poco que dan de sí esta tierra y sus instituciones a la hora de ayudar al pueblo. Por otro, nos recuerdan que para que Estremadura, tan madrastra con los suyos, premie a alguien tiene que venir de fuera.


La emigración es el camino más seguro para quien nace en Extremadura y pretende triunfar.


Y así, despedida tras despedida, baja tras baja, lágrima tras lágrima, Extremadura se desangra.


Carles Puigdemont cree que puede gobernar a los catalanes desde Bélgica. Un desvarío.


Pues lo de Extremadura es muchísimo peor.


Es posible que, dentro de unos años, Guillermo Fernández Vara y sus sucesores tengan que marcharse a Bélgica, a Alemania o a Móstoles, sin ir más lejos, para gobernar Extremadura, ya que la inmensa mayoría de la población extremeña habrá tenido que emigrar.


(Decimosexto artículo escrito para extremadura7dias.com,
publicado el 27 de enero del año 2018.)


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